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..El terapeuta es como un viejo que ya recorrió el camino y eso es una actitud que no se puede transmitir en palabras. La presencia misma son las arrugas que tiene, las heridas cuyas cicatrices son visibles para el paciente. La presencia da confianza y da la posibilidad de continuar, de saber que uno va bien. Porque al entrar en una psicoterapia profunda la unica curación que uno puede brindar es que uno ha reconocido el sufrimiento de uno mismo, el dolor en uno mismo y los ha trascendido. Entonces, está bien dominar una técnica, está bien haber realizado un aprendizaje intelectual y formativo, pero un buen terapeuta debe soltar los instrumentos, debe arriesgarse a soltar la técnica y a apoyarse en sí mismo. La técnica no cura, quien cura es la persona...
Ahí hay una desvalorización, los terapeutas piensan que no pueden curar por sí mismos. Y eso es una gran mentira. Nadie cura por la técnica que maneja. La gracia es uno. La bendición es uno. El curador es uno. La gracia de los grandes terapeutas ha sido ser ellos mismos... Para eso es importante que rompamos con los programas de realización del ser. Olvidar las estrategias terapéuticas. Olvidar los jueguitos. La presencia y lo que sucede es lo único con lo que es posible trabajar. Lo demás son fantasías, lo demás son pretensiones... Guillermo Borja en La Locura lo Cura