
¿Por qué es tan difícil hoy la elección para los jóvenes? ¿Y por qué son cada vez más los que a los 40 sienten que ya es muy tarde para cambiar el rumbo? De estos temas charlamos con mi hija, también psicóloga, para una Nota de la Revista Uno Mismo:
La vocación y el trabajo pueden ser idealmente una fuente inagotable de bienestar y satisfacción. O una tortura cotidiana… Antes de empezar a hablar del tema es bueno entender la diferencia entre trabajar EN y trabajar PARA. Por ejemplo: trabajar PARA el sueldo, o trabajar EN nuestro crecimiento profesional. Si solo trabajamos para el sueldo, como resultado te sentís vacío y frustrado. Si además del sueldo, crecés al trabajar, el resultado es más bienestar y satisfacción. Otros ejemplos serían:
PARA EN
Vacaciones Me gusta en lo que trabajo
Estructurar el tiempo Hacer algo valioso
Estar con amigos Trabajar en equipo
Adquirir Jerarquía/ Poder Llevar beneficios a otros
Contar con una jubilación Dejar un legado
Contar con un CV importante Seguir aprendiendo
Seguir un mandato familiar Desarrollar mi vocación
El placer de ganar El placer de colaborar
↓ ↓
SIN SENTIDO/ VACIO BIENESTAR/ SATISFACCION
Rosa: Ahora, yendo a los nuestro, ¿Qué está pasando hoy en día que a muchos jóvenes les cuesta tanto encontrar su vocación? De hecho muchos adultos, que eran jóvenes hace veinte años, se sienten muy frustrados de no poder vivir de lo que les gusta, y compensan eso con espacios personales o de autoconocimiento que claramente son saludables, pero que a veces no llegan al meollo del asunto. Desde el punto de vista psicológico, ¿cuál es el modo de entender este fenómeno de sin sentido – que sucede cuando hay demasiados PARA y poquitos EN- y de falta de compromiso en el estudio, en el trabajo o en la búsqueda vocacional? ¿Qué ha pasado en la vida de los adultos que hoy sólo trabajan para poder pagar las cuentas sin encontrar satisfacción en el día a día?
Malena: La respuesta es compleja porque no hay una sola cosa afectando, ¡la realidad es compleja! Una de las primeras cosas que observo en el consultorio, y que recuerdo de mi propia adolescencia, es la exigencia de tener un resultado exitoso a partir de lo que me gustaba hacer. Y para qué me serviría estudiar eso, y cómo iría a trabajar con eso. Y exitoso se traduce hoy por hoy en términos de plata. Cuando estaba terminando el secundario y pensaba en qué carrera seguir, traducía las cosas que me gustaban en futuros trabajos. En ese momento lo que más me gustaba era bailar y me habían llamado para formar parte de un grupo que hacía fiestas. Me acuerdo que al principio la idea me encantó pero claro, los trabajos eran de 1 a 3 de la mañana, ¡y además los ensayos, y estudiar en el Nacional Buenos Aires! Con todo eso, además sentía que tenía que saber si eso era lo que iría a hacer el resto de mi vida, y no me veía en ese tren…
La adolescencia es particularmente un momento conflictivo, de autoafirmación, de descubrimiento, de apertura al mundo, entre tantos otros procesos que se dan en esa etapa vital. Entonces, parte de esa exigencia de tener que saber qué es lo que vas a hacer el resto de tu vida, es lo que hace que se te haga tan difícil decidir. Si la decisión que estoy tomando ahora con mis 16, 17, 18 años es determinante para lo que voy a hacer en los 50, 60 años que tengo por delante, esa es una decisión tremendamente pesada. Si parece que no te podes equivocar, que no hay vuelta atrás, y que no hay instancias de probar y de buscar, sonaste.
R: Supongamos que hubiera una sociedad y un entorno familiar que te permite probar, tener experiencias, equivocarte, y es verdad que muy a menudo no es clara la vocación, pero supongamos que el contexto permitiera probar y experimentar. Porque hoy existen muchos jóvenes que quizás vienen de familias donde eso está más permitido, y hoy día hay más posibilidades de que eso suceda. Aun así los jóvenes se quedan mucho tiempo en la casa familiar, y cuando empiezan a trabajar y tener cierta independencia económica, ahorran dinero para las vacaciones y no para irse a vivir solos. ¡Que no es tu caso, ya que te fuiste a vivir sola muy jovencita!
A veces pienso cuántos errores cometimos los que hoy somos padres de jóvenes de 30 y pico. Para contrarrestar el autoritarismo de la cultura en la que nacimos, sobreprotegimos a los hijos, y entonces los desafíos del mundo terminan siendo algo aterrador. Hoy muchos jóvenes se sienten totalmente perdidos y sin motivación para buscar siquiera.
M: Lo que veo es que en estos chicos hay una indiferenciación con sus padres que hace que sea muy complicada la independencia, porque no tienen un desarrollo suficiente del “Yo soy”, “Yo puedo”, “Yo quiero…” Entonces, la identidad no termina de fortalecerse. Esta es una de las múltiples causas que hacen tan difícil la elección de la carrera y del trabajo.
R: Pareciera que muchos jóvenes no saben qué les gusta porque crecieron condicionados a la mirada de aprobación de sus padres, o por el contrario, a hacer lo opuesto al deseo de sus padres, que finalmente da el mismo resultado, que es no estar en contacto con su propio deseo, sino con el de los padres, sea de un modo positivo o negativo. Ahora, ¿tu caso cómo fue? Porque aparentemente vos te independizaste muy joven.
M: En realidad, ahora entiendo que el irme de casa tan joven no necesariamente significó que estaba lista para hacerlo. Creo que más bien fue parte de una salida posible a esta indiferenciación.
R: ¿Vos decís que te fuiste muy joven porque sentías que era la única forma de separarte y lograr una identidad propia?
M: Eso por un lado. Y por el otro, cuando estaba terminando el secundario hice una Orientación Vocacional y tengo vagos recuerdos de cuando finalmente me decidí por psicología y que terminó siendo una experiencia extraña, porque hice toda la carrera con excelentes notas y sin dificultad, pero nunca me sentí decidida mientras estudiaba, sentía que yo nunca iba a poder trabajar de eso.
R: Me acuerdo… y ¿en qué te basabas para decir eso?
M: Era una convicción. Creía que no me iba a sentir a gusto, pero aun así todas las veces que tuve que hacer prácticas me gustaba. Igual pensaba que no era para mí; en ese momento estaba más con la danza y el yoga, y el trabajar dando clases me fue llevando por ese camino. Pero en un momento sentí que me había quedado algo inconcluso con la psicología, algo sin explorar, tal vez efectivamente no me gustara, pero si no probaba tampoco iba a saber si me gustaba o no. Entonces entré en una cátedra de psicología y ahí se me reactivó el interés. Me gustó el espacio, compartir con psicoanalistas, a los que redescubrí y a los que me pude acercar para seguir aprendiendo. Volver a revisar la teoría, me encantó. Dije: ¡puedo ser psicóloga! Y ahí se me disparó el interés y las ganas verdaderas. Y entonces hice una Re Orientación en la que me di cuenta que quería seguir explorando esa carrera, sabiendo que eso era lo que había estudiado pero no ejercido. Entonces me dije ¡pongámoslo en práctica, y veo! Si no me gusta siempre está la posibilidad de hacer otra cosa. ¿Por qué esa idea de que uno debería saber a los 18 años qué es lo que va a hacer el resto de su vida? Como si no hubiese posibilidades de ir y volver, y seguir buscando. Flexibilicé las ideas que tenía. Cuando ya no sos más estudiante y empezás a hacer, comienza una etapa completamente distinta. Las fantasías pueden empezar a tomar forma concreta y los miedos pueden diluirse o transformarse.
R: Es justamente ahí donde muchas personas se sienten tan intimidadas por su propia exigencia, que no se dan ese permiso de hacer, de probar, de equivocarse, ¡de aprender! El final de la vida estudiantil puede producir un miedo paralizante. Si en vez de mirar y entender lo profundamente perturbadora que puede ser tu vivencia, te vas a empezar otra carrera o concluís que para vivir tenés que trabajar de otra cosa…bueno, es una pena. Hay que ver caso por caso claro, pero muchas personas de 40 que hoy trabajan ‘de otra cosa’, en determinado momento se asustaron mucho con algo que les gustaba demasiado.
M: En mi experiencia, después de haberme hecho tantas preguntas y habiendo hecho además dos años en Kinesiología y enfrentar tantos miedos, arrepentimientos y dudas, pensé que seguramente podía ayudar a otros con esa fantástica exploración personal que ocurre en un momento de la vida tan especial, cuando estás a punto de dar un gran salto madurativo.
R: Vos sabes cómo se vive de adentro ese estar trabada... Yo creo que esa edad entre los 16 y los 30 y pico es una etapa clave en la vida para encarnar, incorporar lo que te gusta y hacerlo propio. Hacer cotidianos los ideales y los intereses. Resolver bien esa etapa, puede significar que más adelante te sientas como pez en el agua (y parte del grupo de los afortunados que trabajan EN lo que les gusta) o por el contrario tengas que sacar energía de donde no hay, PARA que lo cotidiano te haga sentido, y aun así la sensación probablemente sea de frustración y de estar en espera. En espera de las vacaciones o de los fines de semana o del próximo aumento.
Y acá es cuando viene bien hacer ese cuadro de los PARA y de los EN para saber cuál es tu motivación verdadera. Claro que está muy bien trabajar para un sueldo, y todos tenemos cuentas que pagar, pero si la balanza no está bien equilibrada, vamos a sentirnos frustrados y cansados, a los 20 o a los 40.
M: A mí el trabajo que más me interesa dentro de la psicología, es el que hago con los vínculos familiares dentro del proceso de Orientación Vocacional. La teoría dice que así como son los vínculos familiares, así es el vínculo que hacemos con el mundo del estudio y el del trabajo. Cuando yo misma me di cuenta cuan trabada estaba en mi vínculo con papá, empecé a ver mis miedos y eso empezó a desbloquear mi historia vocacional. La psicología te enseña que el padre es el que permite la salida al mundo externo. Y si uno vive el vínculo con el padre como amenazante, paralizante, o intimidante, de ese mismo modo te vas a relacionar con el mundo profesional: con muchos bloqueos para accionar y concretar.
Los jóvenes que en general vienen a consultar por Orientación Vocacional están en la puerta de entrada de una etapa, en la que lo que se viene es la independencia, el compromiso con el hacer y las decisiones. Entonces las dificultades están en relación con el afuera. Y es el padre el que permite que los hijos se separen de la madre, y brinda la salida hacia el mundo.
R: Por supuesto que si se necesita mirar el vínculo con el padre, si o si se mira también el vínculo con la madre, ya que es justamente la madre la que incorpora, o bien anula al padre. Muchos hijos y sus madres se quejan de la ausencia del padre sin darse cuenta que son las mismas madres las que a veces dejan afuera a sus maridos. Cada vez más descubro en mi consultorio cuan presentes pueden volverse los padres cuando se los convoca. Y cuando los hijos se dan cuenta cuánto les afecta la presencia del padre para estudiar o trabajar, la transformación puede darse muy rápido, y así aprenden que si le piden al padre lo que necesitan, muchas veces el padre responde muy bien.
Si cuando estás en esa crisis vocacional/ laboral (de los 20 o de los 40) podes hacer tu trabajo personal e ir madurando, vas a completar eso que empezó alrededor de los 18 años y que quizás dejaste abandonado ahí.
M: En esa etapa hay dos asuntos importantes: Una es, como dijimos, la diferenciación con los padres, sin ella es imposible que tu decisión vocacional sea plena. Primero necesitas separarte, discriminarte, afirmarte como ser independiente. El otro factor es la internalización de los padres, que consiste en tener la presencia interna y protectora de ellos. Eso se convierte en un gran sostén para salir al mundo. Lo que te da confianza es la vivencia de saber que contás con ellos como protección y sostén.
R: Cosa que se hace más allá del tipo de padres que tengas. Sanar la relación con los padres es un pre requisito para una vida plena.
M: ¡Sí! Solo trabajando los vínculos dentro de la historia familiar es que podremos sentirnos curiosos e interesados en el mundo. El espacio de la orientación vocacional y ocupacional abre la comunicación y el dialogo respetuoso como instrumentos fundamentales para expresar nuestras emociones y necesidades, separarnos y autoafirmarnos para recuperar nuestros vínculos primarios, nuestro lugar dentro de la familia, y así sentirnos listos para la enriquecedora búsqueda de nuestro lugar y sentido en la vida.